Una década antes de que se fundara la Universidad Nacional de Tucumán, comenzó a gestarse la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento, aunque todavía no con ese nombre. Hoy son siete las Escuelas Experimentales de la UNT en sus modalidades técnica, artística, agropecuaria y bachillerato. Abarcan todos los niveles, desde el jardín de infantes, hasta el ciclo superior no universitario. Pero su objetivo es siempre el mismo: ser modelo para todas las demás escuelas de Tucumán.

“Toda la investigación y la experiencia pedagógica que se cosecha en las escuelas experimentales de la UNT sirven de modelo para todo el sistema educativo provincial y nacional. Un caso concreto es la Escuela Sarmiento: fue la primera en tener magisterio post secundario en Tucumán. Luego se propagó la experiencia en los terciarios. Fue pionera en realizar un jardín integrado a un primer ciclo. Después esa modalidad de ciclos fue tomada por la provincia. Antes que el resto de las escuelas, la Sarmiento acortó la primaria a seis años”, enumeró la ex directora de Escuelas Experimentales de la UNT, Ana María Juárez de Cruz Prats.

Las instituciones que dependen de la Universidad fueron las primeras en adoptar el sistema tutorial departamental, el régimen de convivencia y los conceptos de autodisciplina. De la misma manera, son las primeras en organizar el trabajo pedagógico en un departamento especializado para asistir a los profesores en el caso de que sus alumnos necesiten realizar alguna adaptación en el sistema de aprendizaje, explica Juárez de Cruz Prats.

“Las escuelas experimentales fueron piloto en todo sentido”, señaló. También en establecer relaciones con la industria y la tecnología. En el ámbito técnico, muchos trabajos fueron aplicados directamente al campo.

Además, durante mucho tiempo las escuelas se vincularon a las áreas de la ciencia y la tecnología. En Tucumán la UNT fue el primer instituto que incluyó a las humanidades a tal punto que se sumó teatro. En música, se avanzó en la formación de expertos e intérpretes y se buscaron nuevas formas de trabajar. Lo mismo ocurrió en plástica, arte y la agricultura”, remarcó.

“Las escuelas experimentales son fuentes de docencia, investigación y transmisión de saberes y experiencias al medio educativo de la provincia y la nación. No hay duda de que son grandes semilleros de docentes universitarios. Actualmente, como en todas las instituciones tienen un proceso de avance y debilitamiento, sin embargo siguen manteniendo ese clima de comunidad y por ello de solidaridad entre compañeros. La profesora Juárez de Cruz Prats no olvidará jamás que una ex alumna llegó a donar un riñón a su compañera de estudios. “Esos son valores que se transmiten en las escuelas experimentales”.

También destacó la relación fraterna entre comunidades de “colegios hermanos” (escuelas experimentales entre sí) aunque reconoció como una deuda la falta de una población mixta, de varones y mujeres. Valoró la formación de centros estudiantiles y el trabajo entre equipo docentes.

Su gran sueño fue hacer un campus, que pueda ser compartido por alumnos de todas las escuelas experimentales.